¿A qué juega la Función Electoral en Ecuador?

La Raíz - Pensamiento Crítico
3 min readDec 2, 2020

Por Renato Villavicencio

En medio de una pandemia y un gobierno neoliberal, el 2020 está cerca de llegar a su fin. Con todo lo sucedido en Ecuador estos meses todavía muy frescos en la retina de la ciudadanía, la idea de que termine este año genera una suerte de alivio en la psiquis social. Nos ayuda a seguir de pie el pensar que quizás en el año próximo nos estén aguardando meses más tranquilos y mejores, a pesar de que todavía queden problemas por resolver, vacunas por confirmar y trabajos dignos por encontrar.

Lo mismo sucede con el actual gobierno del Ecuador. La sola idea de saber que el próximo 24 de mayo este gobierno, el peor gobierno de la historia, terminará, llena de alivio a toda la población, o al menos a ese casi 95% de personas que ya no creen en la palabra del presidente Moreno. Se sabe que los problemas nacionales no se solucionan solo con su salida de Carondelet, pero es un escalón necesario para reconstruir un futuro mejor, y es la idea a la que nos aferramos con fuerza hoy en día. ¿Qué tienen en común estás dos sensaciones? La esperanza.

Lo que viene sucediendo desde hace varios meses dentro del Consejo Nacional Electoral y Tribunal Contencioso Electoral y la gestión del proceso electoral para 2021 es, por decir lo menos, sospechoso. Las trabas, bloqueos, dilaciones, tensiones, y acusaciones dentro de estos organismos llamados a llevar adelante un proceso electoral libre y transparente, es solo muestra de una erosión peligrosa en la institucionalidad ecuatoriana.

¿A que juega la función electoral? La última decisión del TCE, de alguna forma, implica lavarse las manos sobre las ultimas impugnaciones al binomio del movimiento UNES, y genera una sombra muy grande sobre las intenciones de diversos actores políticos que operan y presionan detrás del telón. Parecería que ya han desechado la opción de proscribir al binomio Arauz-Rabascall, y ahora pretenden jugar con los tiempos electorales para que las fechas ya establecidas se dilaten con alguna excusa maquillada de tecnicismo legal. ¿Quieren ganar tiempo? ¿Para qué? ¿Para que otros binomios con billeteras gordas remonten sus propios errores? O quizás es para darle más tiempo a este gobierno y que termine de repartir lo poco que no han repartido y encadenarnos con otro grillete más marca FMI.

En su permanente y tradicional miopía, los y las herederas del Trujillato no se dan cuenta, o no les importa, el daño que causan a la democracia ecuatoriana. Una democracia ya bastante devaluada por sus mentiras, egoísmos y mediocridad. Lo peor de todo es que además de jugar con nuestra democracia, están también jugando con la esperanza de millones de ecuatorianos y ecuatorianas de que lo peor puede quedar atrás y que nos podremos rehacer como nación.

Hacemos, entonces, un llamado a la responsabilidad a todos los y las representantes de cada una de estas instituciones para que actúen con base en derecho, garantizando la participación igualitaria de todas las fuerzas políticas, y cumpliendo los tiempos constitucionales para la renovación de representantes políticos en el Legislativo y el Ejecutivo. El llamado es también para todas las fuerzas políticas para que se posicionen claramente sobre lo que viene sucediendo, y también exijan a la función electoral celeridad y responsabilidad en sus actuaciones. Los ojos del país y de la región están cada vez más atentos de lo que sucede en el Ecuador. Con nuestra democracia y nuestra esperanza no se juega.

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