In-humanitaria: La precarización como estrategia del gobierno
Por Daniel Ramos Trávez
28 de mayo 2020
Tras 29 días de que el gobierno haya presentado el proyecto de Ley de Apoyo Humanitario, dos debates y el voto a favor de 74 asambleístas, el viernes 15 de mayo se aprueba dicha ley en el contexto de la emergencia social, política, económica y sanitaria a nivel nacional.
La ley “de carácter urgente” se aprobó en todas las condicionantes de la doctrina del shock, con ciudadanos y ciudadanas dentro de sus casas, el estado de excepción imperante por 30 días más, y básicamente la incapacidad de organizarse.
A pesar de que sectores como el de los y las trabajadores, sectores campesinos, de maestros y maestras, de trabajadores y trabajadoras de la salud, organizaciones sociales, organizaciones independientes, organizaciones estudiantiles, en fin una multiplicidad de organizaciones y colectivos, se mostraron contrarios a la aprobación de una ley con estas características, al final la Asamblea dio paso a la propuesta del Ejecutivo; quién no dudó en promover un mecanismo de propaganda que tachaba de anti solidario a quién se oponía a este documento.
Pero no sólo hablar de la ley es meritorio en este momento, el recorte al presupuesto para las universidades, la reducción de puestos y la imposición de medidas para el sector público, e incluso la fachada por sobre el precio de los combustibles, han sido disposiciones emergentes que nos han sorprendido mal parados.
Nunca se va a olvidar que el gobierno de Moreno mostró su incapacidad absoluta para manejar la pandemia, que tuvo estragos terribles en Guayaquil; mientras el vicepresidente y sus ministros se preocupaban por la imagen internacional o batallaban contra noticias falsas en redes sociales. Y que por último encargó las medidas de restricción frente a la pandemia a los COE cantonales, a la vez que metía presión para que se vuelva a una “nueva normalidad” que no está clara.
La precarización es inminente tras la toma de decisiones de un gobierno incapaz y servil a condicionamientos extranjeros (no hay que olvidar las deudas adquiridas con el FMI, y las deudas pagadas en este periodo). Tanto los derechos y la estabilidad laboral se ven afectados con esta ley, que otorga a las empresas facultades de decisión unilateral y atenta contra las condiciones mínimas de contratación, estabilidad y despido para con los trabajadores y trabajadoras. Ya se atisba que el sector empresarial será el más beneficiado; y no se refiere a los pequeños empresarios que han sufrido el inminente golpe del desbarajuste económico, sino a los grandes empresarios que se la tienen fácil para seguir aumentando su riqueza.
Después de un discurso demagógico de Moreno hace ya más de dos meses en el que aseguraba el trabajo, las vivencias y relatos sobre personas que han sufrido despidos masivos, liquidaciones risibles y el abandono absoluto a su suerte en el desempleo, son diarias; y uno que otro medio intenta maquillar con un romanticismo burlesco estos casos.
A pesar de que nos acercamos al final de un mandato desprolijo en el que intereses de sectores específicos fueron los que dictaron los lineamientos del gobierno, el discurso se sigue repitiendo en cada una de las declaraciones de funcionarios paranoides envueltos en la corrupción más inverosímil. Las alianzas y la repartición del país están muy claras, siendo el pueblo el que no recibe ni migajas.
A toda esta pantomima, que muchas veces se hace a vivas voces (claro, cuando hay texto, y es el texto reciclado), no queda más que organizarse y resistir; porque antes de que nos acabe la pandemia nos veremos imposibilitados e imposibilitadas para hacer algo.
