La pandemia que desafía ideologías

Editorial de la semana

Por: Will Echeverría

En las crisis, las condiciones de vida material de las sociedades tambalean y nos lanzan violentamente hacia las falencias y los límites del sistema económico y social dominante. La disputa por las ideas dominantes se radicaliza, ya que, como decía Gramsci, una crisis refleja lo viejo que no termina de marcharse frente a lo nuevo que no termina de llegar.

Y si bien al capitalismo siempre le han diagnosticado crisis, la pandemia del COVID 19 está desafiando la forma en la que miramos nuestra propia existencia en un mundo capitalista. La austeridad, por ejemplo, como categoría ideológica insignia de los ajustes neoliberales, se deja ver las costuras hoy más que nunca, gracias a la pandemia. Pero esto no significa que estemos presenciando una revolución. Ningún virus es capaz de hacer la revolución, decía recientemente el filósofo coreano, Byung-Chul Han.

Lo que está pasando grafica la disputa ideológica del propio sistema. La solidaridad sobre todo con y entre las personas más vulnerables frente a la “filantropía” de las clases más acomodadas. Las políticas de estado que atienen los problemas estructurales en materia de salud y empleo, frente a las iniciativas privadas de grupos económicos poderosos que se presentan como boyas salvavidas. Las medidas de coordinación internacional para atender la emergencia sanitaria mundial, frente a las propuestas nacionalistas y el cierre de fronteras.

Se abre, entonces, una ventana para mirar sobre quién está recayendo el costo del aislamiento social. Quienes serán los más afectados por la enfermedad, la recesión económica, o ambas. Cómo reaccionarán las personas más vulnerables en sociedades inequitativas en esta guerra contra un enemigo invisible.

Lo que estamos presenciando es, en el fondo, una disputa por el sentido común de un sistema que hasta el momento ha priorizado el capital por sobre la vida. Es, para decirlo claro, la vida misma defendiéndose del valor monetario que le hemos atribuido.

Quito, lunes 30 de marzo de 2020