Las crisis de la pandemia
Por Eduardo Ricardo Guerrero
Recuerda, el pueblo nunca olvida, recuérdalo cuando veas la lluvia de piedras que se aproxima.
Toni Mejias
Las crisis que la pandemia ha desatado no son desconocidas, ni son actuales. Ya decía Gramsci que una sociedad se encuentra en crisis cuando lo viejo no termina de morir y lo nuevo no termina de nacer. El problema en Ecuador, con este gobierno transitorio, es que los cadáveres que han salido a la luz no son únicamente los que se acumulan en los patios traseros de hospitales de Guayaquil, o se dejan en las veredas.
Son también la educación pública que recibió un recorte de 100 millones, son los servidores públicos y clase trabajadora que nuevamente son los únicos que ponen el hombro, son los despidos masivos de empresas, es la violencia contra la mujer que hoy se encuentran en mayor riesgo, son los trabajadores autónomos y desempleados que se enfrentan al Covid-19 y al hambre.
Estas crisis macabras son los resultados de una Asamblea inmóvil, de una banca ambiciosa e inhumana, de una empresa carroñera, de una prensa cómplice, de una corrupción putrefacta que encarna a grupos como los Ruptura 25 al mejor estilo de lo que fue la era Bucaram. Y aunque las esperanzas parecen pocas, aún queda en el pueblo la dignidad de quien no se rinde.
En esta ocasión hablaremos de estas crisis cadavéricas que el gobierno de Lenin Moreno, se esta encargando de liquidar:
Educación
La conquista de los derechos sociales es el hito que logró humanizar al mundo después de la segunda guerra mundial. Los Estados, en general, han puesto mucho empeño y esfuerzo en mejorar sus sistemas educativos públicos, porque han entendido que son el cimiento y motor del desarrollo. Pensar en la educación pública como un gasto y no como una inversión, más allá de lo canalla que pueda parecer, desnuda una posición de privilegio de las elites políticas que toman las decisiones.
Los gastos del Estado ecuatoriano permiten apreciar sus prioridades. A inicios de año se anunciaba que 50 millones de dólares serian entregados a la Policía Nacional. Su finalidad, la compra de equipamiento que después de las protestas de octubre les hizo falta para reprimir al pueblo. Ya en cuarentena, el gobierno desembolso 326 millones de deuda externa. Solo en estos montos, el gobierno ha gastado 376 millones.
El recorte de presupuestos las Universidades públicas, que asciende a 98 millones, golpea a un sistema universitario ya afectado por recortes pasados, por la desmotivación y ataque que han sufrido Universidades como Yachai o IKIAM, el abandono de los becarios en el exterior y a la practica eliminación de nuevas becas para estudiar en otros países. La educación superior siempre fue un botín que conquistar, por quienes veían en esta su único medio de subsistencia en la actividad política, también por quienes quisieron privatizarla o mantener las mafias dentro las Universidades públicas que cobraban por las matrículas y otros servicios.
Si para las familias ecuatorianas que esperaba tener a un hijo suyo en la Universidad, quizá siendo la primera generación familiar que pueda acceder a ella, la Universidad Pública era la única alternativa, ahora esa esperanza ya no existe. Porque cuando se habla de Universidad Pública no solo es la institución, los campus y facultades; son los estudiantes, profesores, administrativos, negocios locales que ven en esta un medio para el desarrollo personal y planes de vida.
La educación media tampoco quedó libre de ser mutilada. Uno de los principales proyectos de apoyo a los colegios públicos, fue la implementación del Bachillerato Internacional (BI). A partir del próximo año lectivo 77 colegios del régimen costa ya no tendrán esta posibilidad. ¿A quien perjudica? A las familias más pobres que han visto en estas instituciones educativas, la única opción para que sus hijos tengan acceso a lo que antes era un privilegio de los colegios mas costosos del país.
Servidores públicos
Además de tener que soportar la persecución del gobierno, ante todo aquel que no comulgue con la incapacidad o que era señalado de Correista; hoy vemos el desvalor que ha sufrido el servicio público. Los recortes de remuneración, la inestabilidad, el desprestigio, solo ocasiona que no sean los mejores talentos del país los que quieran ser parte la administración del Estado.
La poca dignidad de la que ahora gozan los servidores públicos solo apunta a un fin: la delegación de funciones. El supuesto modelo exitoso neoliberal de Guayaquil, de liberar gran parte de sus competencias a fundaciones para la administración de sus bienes, parecería ser el fin de quienes ven en el servicio público una carga y no una solución. El gobierno, que debería ser humano y humanitario y le corresponde garantizar óptimas condiciones económicas para las familias ecuatorianas, ha sido quien más ha inflado las cifras de desempleo con su política de recortes. Que son el desahucio y hambre de muchos ecuatorianos.
La clase trabajadora
Resulta indignante ver como las empresas que se beneficiación de condonaciones de intereses adeudados al Estado, son las que ahora despiden en masa a sus trabajadores. Resulta indignante ver como cientos de trabajadores, de distintas áreas, no reciben una respuesta del Estado para protegerlos, como la reducción y descomposición del Estado ha llegado a tal punto que quienes se encuentran en una situación de vulnerabilidad, se saben solos. Porque las instituciones que en otros países estarían ahí para protegerlos y brindarles condiciones mínimas de una vida digna, en Ecuador ya no existen.
Y en este punto quisiera realizar un apartado especial, a aquellas trabajadoras socialmente marginadas. Si la situación de los trabajadores autónomos y despedidos es calamitosa, la condición en la que se encuentran trabajadoras sexuales es dantesca. Como parias han sido desterradas de los debates, de los análisis, de las proyecciones para la recuperación económica. Durante este gobierno nunca existió un programa serio destinado a retirar a mujeres de estas condiciones de trabajo, brindando alternativas económicas serias, ni a las que se encontraban en esta actividad se les brindo la protección social necesaria. El elitismo y los privilegios también se notan al momento de regresar a ver a quien defendemos.
El trabajo que antes era fuente de dignidad hoy es una mercancía más para el capital. No son trabajadores lo que el importa al neoliberal. Son las cifras. Las cifras vacías que no reflejan la desesperación ni angustia de las familias. Mientras nos gobiernen las cifras y la amoralidad del neoliberal, la dignidad se quedará únicamente en las manos trabajadoras de este pueblo humilde.
La mujer
Aquellos héroes a los que se aplauden en las ventanas de los hogares, de los que todos hemos visto que son necesarios para superar esta crisis, enfermeras, personal administrativo de los hospitales, personal médico, está integrado principalmente por mujeres, sobre todo en los puestos mas operativos. Así como en la segunda guerra mundial, las mujeres fueron quienes se pusieron en el hombro el motor productivo de los países en guerra, uno de los aspectos que favoreció al feminismo, hoy son las mujeres quienes se han puesto la pandemia al hombro para sacarnos de ella.
La violencia contra la mujer no se ha podido parar en los últimos años, agresiones, femicidios y desapariciones de mujeres de todas las edades, llenaron las portadas de los periódicos en mas de una ocasión. Ahora las mujeres violentadas se encuentran encerradas con sus agresores. Y si bien se han habilitado algunos medios de denuncia, la cifra real solo se llegará a conocer una vez superada la cuarentena, por aquellas mujeres que logren levantar su voz. Siempre ha existido del lado del machismo más retrograda y de la derecha mas conservadora, la postura de “la violencia es para ambos géneros”. Quizá, y solo quizá, después de ver las cifras y entender que las mujeres si son violentadas por su condición de mujer y no así los hombres, logren entender que la lucha por una sociedad igualitaria es la lucha por la dignidad y derechos de las mujeres.
La amalgama de las crisis
El COVID-19 dejará Estados más vigilantes, los ciudadanos en su mayoría aceptaran que, bajo el discurso oficial de la seguridad nacional de salud pública y otros factores, se controlen sus movimientos, sus consumos, sus preferencias, más de lo que ya éramos controlados. La necesidad de resguardarnos ante un virus que hoy no vemos será la piedra angular para futuros gobiernos autoritarios o dictatoriales se permita limitar las libertades con mayor facilidad. Y no, que no se malentienda, la cuarentena es necesaria, pero algunos Estado han utilizado esta para someter al pueblo y llenar los bolsillos de quienes gobiernan, o hacer recortes a la educación a sabiendas que una protesta popular era inviable, marca el camino de neofascismos.
La cultura ciudadana también esta en riesgo, cada vez son más los comentarios que justifican agresiones contra personas por violar el toque de queda. Si hoy legitimamos golpes y malos tratos, faltará pocos para que se legitimen asesinatos o desapariciones bajo el criterio de “por la seguridad nacional”. Ese es un punto al que no nos podemos permitir llegar. Al panóptico social en el que el reo prefiere el castigo, asumiendo que este es por su bien y es liberador.
Al final, también hay espacio para la esperanza. Estar encerrados también ha permitido tejer vínculos, estar informados, conocer lo que le pasa al vecino. Tengo fe en que esta pandemia deje un pulso social que lleve al cambio de las crisis antes descritas. Pero no puede haber espacio para la ingenuidad. El capitalismo y la democracia liberal han sido tocadas, sí. Pero no es suficiente. Los cambios y las conquistas que necesitamos ahora parecen mas lógicas y más evidentes, sí. Pero no es suficiente. La salud pública y universal, la educación en todos sus niveles gratuita y de calidad, preocuparnos de la subsistencia del más necesitados, proteger a los trabajadores, dignificar el servicio público, son las demandas de hoy, que ya la revolución francesa y los sueños republicanos perseguían. Ante los privilegios de pocos, lo público, lo público y lo público. Las revoluciones están ahí, pero no llegan solas, necesitamos el musculo de todas y de todos. El cielo está ahí, pero no se llega por consenso, se lo toma por asalto.