Rostros deformados
Por Xavier Lasso
08 de mayo de 2020
Vanidad desbordada y ambición desenfrenada de poder, resulta mezcla maldita que daña a quien la padece, la convierte en monstruo, como aquel hobbit que quedó para siempre deformado, Gollum, que para hacerse del anillo del poder era capaz de las más viles traiciones.
Pero hoy no estamos en el mundo fantástico creado por el racista Tolkien; estamos en la mitad del mundo, asistiendo a la muerte, por miles, de hermanos ecuatorianos tratados como seres sin derecho incluso a un entierro digno.
Y veo rostros hostiles que no pueden ni siquiera fingir algo de compasión. Individuos que aun en esta trágica hora pretenden sacar ventajas políticas, veo rostros deformados, a los que no hay como creerles ni media palabra. Veo miseria en la educación, con universidades acorraladas.
Veo a María Paula Romo avejentada porque me remite a ese pasado vergonzoso, sin expectativas, en una realidad social sin la meta mayor que siempre debió ser abatir la miseria y ofrecer mejores servicios a nuestra gente. Nunca les interesó fortalecer al Estado para poder cumplir con el sueño de dejar atrás tanta inequidad, vergüenza histórica en esta región, América Latina, marcada de brutales desigualdades.
Ahora es ella y su grupito los que joden al país, y la nuestra no será una ruptura de los veinte cinco, porque la juventud de ellos, cuando irrumpieron con su demagógica pregunta, no garantizaba nada; una verdadera indignación, sin componendas o negociaciones en las sombras, es lo que quizá ayude a poner las cosas en su lugar, con la Ley en la mano y la historia en nuestra frente, haremos ese juicio justo. Echar a esa gente que con su cinismo vulgar miente con descaro, humilla a la gente y la ha dejado inerme, sin siquiera una mínima opción de dignidad en el momento más severo: la muerte.
Yo ya no quiero lidiar con esos rostros, me resultan demasiado duros, como petrificados con una mueca cruel, que en lugar de ensayar palabras que nos acerquen algo de esperanza, como que se solazan maltratándonos, porque es maltrato ese lenguaje que solo nos increpa nuestra supuesta indisciplina, ese salir a tomar algo de aire en medio del agobio.
No, ya no quiero más esos canales de televisión que meten en mi casa a esa gente, a esos intrusos, a esos usurpadores del futuro, que de usurpación han sabido bastante. En medio de esta tragedia, nuestra tragedia, han estado haciendo negocios, con mascarillas, con fundas, con medicamentos, con equipos.
¿Y qué vela lleva en este entierro, literal, el señor Moreno? La de la negligencia, la ineptitud y otra, la del miedo. Así estaremos condenados, mientras sean ellos los que mal administran nuestro destino.
*Reproducido por cortesía del autor.
